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Hoy día está de moda hablar de valores. Hablan los políticos, las iglesias, lo hacen los educadores… Aunque quizás es más como lamento por los problemas que nos causa su ausencia que por convencimiento y valoración.
Hasta hace poco tiempo los valores como ética de comportamiento y conducta los dictaban la religión y la familia. La sociedad aceptaba como cualidad o virtud comportamientos que proponían las leyes y normas religiosas y familiares.
Al derrumbarse la influencia familiar y religiosa, fruto de la influencia del ambiente y de las distintas maneras de pensar que vemos y escuchamos en los medios de comunicación y en el contacto con distintas culturas y religiones, se ha dado un vacío de valoración común en nuestra convivencia.
Las consecuencias están resultando exageradamente peligrosas para nuestras sociedades “democráticas”, al punto que pareciera que estamos rompiendo las reglas de juego y no sabemos cómo seguir jugando el partido sin normas y valoraciones comunes.
Algunos buscan en religiones y cosmovisiones lejanas valores para conducir su vida. En Guatemala conviven culturas milenarias que todavía mantienen una escala de valores muy acorde con su visión del mundo y de la vida. Pensamos que estas valoraciones no solamente funcionan para ellos sino que es una oferta válida para nuestra cultura occidental moderna.
Estas páginas que usted tiene en sus manos, son producto del trabajo de dos años de reuniones y coloquios de un grupo de ancianos quekchíes de tres municipios de Alta Verapaz. Esperamos, con su publicación, hacer un aporte a cuantos tienen la misma preocupación en otros lugares de Guatemala, sean jóvenes o mayores, hombres o mujeres, indígenas o castellanos de ciudad.
También sirve para quienes creen que no necesitan recibir de otros. Para una sana convivencia entre culturas, para vivir la interculturalidad de que se habla hoy día, es necesario conocer y valorar lo que valoran los diferentes a nosotros. Solamente así podremos convivir gozosamente, que es más que consentir o tolerar al diferente.
