Educación Intercultural Liberadora para Todos en Guatemala

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Texto

El presente documento es una reedición de un texto de debate que se publicó en 1997 en la serie Colección Debates de CIDECA. Surgió en el contexto de un experimento de talleres sobre relaciones étnicas y racismo que llevamos a cabo con el Consejo de Investigaciones para el Desarrollo de Centroamérica (CIDECA) en ese mismo año. Es producto paralelo de una investigación más amplia sobre educación, pluralidad y relaciones de poder en Guatemala. El trabajo empírico para este estudio se realizó durante los años 1996 y 1997, sobre todo en el departamento de Alta Verapaz.[1]

 

En las entrevistas realizadas en esos años, implícitamente estuvieron muy presentes los temas del racismo, las diversas formas de discriminación y exclusión, el orden social que se fundamenta en el constructo de desigualdad de diferentes grupos étnicos y sociales de la sociedad. Me llamó la atención la ausencia de estos fenómenos como temas de debate y su invisibilización. Para mi perspectiva “desde afuera” fueron y son muy presentes, impresionantes y obvios, marcando estas relaciones sociales excluyentes en Guatemala. En CIDECA encontré un espacio para profundizar y discutir estas impresiones con colegas guatemaltecos también inquietos sobre el racismo, la discriminación y la exclusión. Realizamos unos primeros experimentos con talleres de sensibilización para acercarnos a tratar el tema con actores sociales, sobre todo del contexto educativo y de ONGs.

 

Durante estos años ha habido diferentes iniciativas para hacer visible el tema y los efectos del racismo. Se ha logrado romper con el esquema de tratar el racismo como tabú (AVANCSO 1999). Hoy se nota como clara diferencia una sensibilidad en

cuanto a este problema social en la vida política, en la prensa y los discursos públicos. Sin embargo, esto es apenas un primer paso, no significa que se haya resuelto el problema estructural de las políticas de trato desigual, del racismo institucionalizado o del racismo cotidiano. En algunos ámbitos se ha logrado romper un tabú; lo que queda en adelante es un trabajo a largo plazo de reflexión en cuanto al racismo como problema social que nos afecta a todos en diferentes maneras. Tenemos que seguir en la búsqueda y con los debates sobre alternativas.

 

Es evidente que el tema del presente texto no es un tema coyuntural; a pesar de haber sido escrito hace tiempo, sus contenidos siguen siendo actuales, no resueltos y en debate. Para la nueva edición se dio una redacción crítica, actualizando algunos datos puntuales pero no se efectuaron cambios sustanciales.

 

Sin embargo, en un aspecto se llevó a cabo un cambio: se explicitó el título definiendo la educación intercultural como “liberadora” y “para todos”. Como el término educación intercultural, en cierta manera, se ha vuelto “de moda” en los últimos años y está siendo utilizado muchas veces como concepto muy general y superficial, parece más importante todavía precisar su significado.

 

Ya en la primera publicación insistí mucho en la necesidad de concebir la educación intercultural como reto y también como perspectiva positiva “para todos”, incluyendo explícitamente la población no-indígena que generalmente no se siente afectada personalmente por esta temática. Hasta hoy día la mayoría de los programas y conceptos educativos de interculturalidad practicados en Guatemala se dirigen hacía la población indígena. Generalmente se entiende educación intercultural como una versión ampliada de la educación bilingüe, destinada para indígenas. Creo que esto es un error conceptual y significa un limitación para las posibilidades de éxito de estos programas.

 

Con la especificación “liberadora para todos” quiero darle más énfasis al punto clave de la concepción de educación intercultural que estoy proponiendo: la educación intercultural conlleva un potencial de cambio estructural -de liberación- que puede servirles no solamente a los indígenas, sino también a gran parte de los grupos no indígenas en Guatemala, para liberarse de las limitaciones históricamente impregnadas en este sistema excluyente. Pero es necesario explicitar de manera crítica las estructuras existentes y las relaciones de poder, analizando sus dimensiones profundas, en vez de quedarse a un nivel superficial de las reformas educativas. Para lograr este objetivo es muy importante comenzar con una concepción incluyente que parte de la interculturalidad como reto y como potencial para todos en una sociedad pluriétnica y no como tarea solamente para los marginalizados.